El farero se sentía feliz contemplando aquellos poemas que sin ser suyos, él así los consideraba . Sin embargo, había uno que le perturbaba insistentemente:

Al cabo comprendió que sería injusto que solo él disfrutara de aquellas imágenes y de esas palabras, por lo que decidió depositarlas en la arena de la playa para que, cabalgando en olas de algas y espuma, viajaran lejos muy lejos...
¡Tanto como la imaginación!.
Durante días estuvo prepando el viaje y para ello fue recogiendo botellas, versos y estrellas con los que hizo acompañar a los poemas en su partida...
Pongo estos seis versos en mi botella al mar,
Esperando que alguien los lea
Y comprenda mi profundo pesar
De perder a la persona más querida
Por la tontería más grande que te puedas imaginar
La perdí para s
iempre, para siempre jamás.